domingo, 6 de noviembre de 2011
Nuestra America, nuestro pueblo: Manuel Ascunce Doménech
“…Héroe se puede ser todos los días; pero el verdadero héroe es el que sacrifica su heroísmo al bien de su patria.”
José Martí
Tras el asesinato del joven maestro voluntario Conrado Benítez en la Cuba revolucionaria, cien mil jóvenes conformaron un ejército de alfabetizadotes, entre los que se encontraba Manuel Ascunce Doménech.
Ascunce, oriundo del municipio de Sagua la Grande, había nacido el 25 de enero de 1945 en el seno de una familia obrera. Con dos años se trasladó a La Habana y residía en el barrio capitalino de Luyanó cuando acudió al llamado de la Patria para llevar la luz de la enseñanza hasta los más apartados rincones de la Isla.
Incorporado a la Asociación de Jóvenes Rebeldes, realizó guardias en su escuela secundaria para protegerla durante la defensa de Playa Girón.
Como brigadista, este joven de 16 años fue destinado a la casa del campesino Pedro Lantigua, en el Escambray, tras haber alfabetizado primero a la familia Colina. En esa época esta era una zona muy peligrosa, pues traidores al servicio del imperialismo yanqui y la contrarrevolución cometían desmanes y crímenes amparados en la oscuridad y las características topográficas de la región.
Faltando pocos días para la culminación de la Campaña de Alfabetización, el 26 de noviembre de 1961, un grupo de bandidos o alzados, como eran conocidos esos asesinos a sueldo, llegaron a la casa haciéndose pasar por milicianos, sorprendieron al campesino y lo capturaron a él y al joven maestro. La esposa de Lantigua quiso proteger al muchacho diciendo que este era su hijo, pero Manuel, haciendo gala de un gran valor, les manifestó: “Yo soy el maestro”.
Al día siguiente fueron hallados los cuerpos sin vida colgados de un árbol. Ascunce presentaba signos evidentes de tortura.
Con este repugnante crimen, los enemigos de Cuba pretendían frenar el éxito incontenible de la Campaña de Alfabetización, que concluyó el 22 de diciembre de ese mismo año en la Plaza de la Revolución, con el histórico discurso en el que el Comandante en Jefe Fidel Castro declaró a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo.
Este es un pequeño ejemplo de un educador que amaba el despertar de la conciencia en los pueblos. Que no solo tenia la vocación de educar sino que dio la vida por su tarea de alfabetizar. Hoy debemos plantearnos sobre la necesidad de la profundización del proyecto nacional y popular. Una de las claves para vivir un futuro de dignidad es la educación.
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